jueves, 15 de enero de 2015

Sigolène Vinson, cronista del “Charlie Hebdo” y sobreviviente del atentado terrorista islámico, da su testimonio describiendo el ataque a las oficinas de la revista satírica


(Semana/ La Nación / Le Monde ): Sigolène Vinson, periodista de sucesos del semanario Charlie Hebdo, quien sobrevivió al ataque perpetrado por yihadistas, habló con algunos medios europeos y contó su amarga experiencia. La periodista estaba sirviéndose un café en el momento en que los terroristas irrumpieron en el consejo de redacción que hacían el miércoles 7 de enero.

En la entrevista, Vinson recordó el ambiente distendido que había en la redacción antes de que los atacantes ingresaran el miércoles pasado, a las 11.30 (hora local). Comienza a las 10 de la mañana del 7 de enero, cuando el personal se reúne. Era la primera reunión de redacción de este año, por lo que todos los integrantes de la revista satírica se saludaban por Año Nuevo. Ella había traído una torta, de la panadería de la esquina, porque era el cumpleaños de "Luz", el diseñador. La reunión comienza, con el aluvión habitual de chistes, alrededor de una mesa rectangular. De izquierda a derecha, que se asiente Charb, Riss, Fabrice Nicolino, Bernard Maris, Philippe Lançon, Honoré, Coco, Tignous, Cabu, Elsa Cayat, Wolinski, Vinson a sí misma, y Laurent Léger. Siete de ellos serán muertos en pocos minutos.  

Stéphane Charbonnier, Charb el editor en jefe, está haciendo garabatos y haciendo broma tras broma, Vinson recuerda: "Él siempre estaba dibujando... sus dibujos traducían al instante nuestros intercambios de ideas alrededor de la mesa". La discusión de esa mañana, estaba muy animada. No es de extrañar por Charlie, es una revista producida por personas obstinadas. "Incluso con todo ese ruido, con nuestros debates, me di cuenta de lo afortunada que era de pertenecer a esa sala de redacción, de estar cerca con aquellas personas con las que estaba, tan peculiares, tan inteligentes, tan agradables", dice Vinson. Ella escucha todo, desde la cocina, donde ella se ha parado por un momento. 

El tema tratado es la última novela de Michel Houllebecq, ("Sumisión"), una crónica de Francia en 2022 bajo un presidente musulmán. El escritor está en la portada de la edición actual de Charlie, en una caricatura en la que dice:"!En 2022, yo voy a observar el Ramadán!" Es uno de los escritores más populares de Francia ¿Son las demostraciones alemanas contra el Islam un signo de los actuales tiempos porque preocuparse? ¿Qué pasa con Eric Zemmour, otro escritor cuya denuncia, en un libro, de una supuesta islamización de Francia es también un éxito de ventas actual? Una broma sobre el sexo oral se abre paso en medio de la discusión: Charlie Hebdo siendo Charlie Hebdo, hasta el final. 


De pronto, cuando todos estaban reunidos en la sala de redacción se escuchó un "pop, pop". Todos pensaron que se trataba de petardos, pero en realidad los asesinos le habían disparado a Simon Fieschi, de 31 años, encargado de manejar las redes sociales de la revista. Su oficina es la primera que se encuentra cuando se entra al edificio del semanario.

“Primero oímos dos estallidos, y pensamos qué podría ser”, le dijo al diario Le Monde. En ese momento uno de los policías asignados a la seguridad de Stéphane 'Charb' Charbonnier, el director del medio, alcanzó a coger su pistola. “Me dijo: ‘no te muevas’, y me tiré al piso. En ese momento supe que los estallidos no eran petardos”.

Sigolène alcanzó a arrastrarse a la oficina de Luce Lapin (secretaria) y Mustapha Ourrad donde uno de los artistas gráficos (Jean-Luc)  se esconde debajo de una mesa y oyó que uno de los terroristas decía “¡Allahu akbar! (¡Alá es grande!)… ¿Dónde está ‘Charb’?”. “Oí un disparo, no me volteé, no quería mirar la muerte a la cara y estaba segura de que iba a morir”, dijo. Vinson logró refugiarse en una de las oficinas donde oía lo que pasaba pero no podía ver nada.

“No disparaban en ráfaga, sino tiro a tiro. Despacio. Mis colegas debían estar tan sorprendidos que nadie gritó. Oía los pasos y un disparo tras otro”. Enseguida, uno de los terroristas, posteriormente identificado como Saïd Kouachi, entró a la oficina, miró a su alrededor y le apuntó. “Lo miré. Tenía ojos grandes negros, una mirada gentil. Sentí que estaba angustiado, e imaginé que estaba buscando mi nombre”. “Le miré. Había ido a matarme. Le miré sin bajar la vista. Le miré sin odio, sin miedo y vi que su expresión cambió. No sé decir cómo, pero cambió. De pronto él perdió su aplomo”.

“Me dijo ‘no te asustes, calma. No te voy a matar. Eres una mujer, nosotros no matamos mujeres, pero piensa en lo que haces, está mal. Te voy a perdonar la vida. Leerás el Corán’”. “Pensé que era bastante cruel que me dijera que no me asustara cuando había acabado de asesinar a todos los que vio antes. Me pareció injusto que me dijera que lo que hacíamos estaba mal”.

“Asentí para mantener el contacto. No quería que me quitara los ojos de encima porque Jean-Luc (diseñador) estaba debajo de la mesa… Y ya había entendido que él solo mataba hombres”. "En ese punto no sabía que Elsa estaba muerta", dice  Sigolène Vinson, "ni que Cecile, Luce y Coco se refugiaron en otra oficina". Vinson dijo que enseguida Saïd Kouachi se volteó hacia la sala de redacción, donde su hermano, Chérif,  recién le había disparado a Elsa Cayat, otra reportera del medio, y gritó tres veces: “¡No matamos mujeres!”. Entonces los hombres se retiraron.

Cuando Vinson volvió a la sala de redacción, vio una escena de "horror". Los cuerpos estaban esparcidos por el suelo. Uno de sus colegas, Philippe Lançon (crítico literario), que también había sobrevivido tenía una de las mejillas rota por una bala. "Él trató de hablar conmigo con la mejilla derecha rota. Le dije que no hablara. No podía acercarme. No podía sotenerle su mano. Yo no era capaz de ayudarle. Era demasiado". Vinson se encontró que todos los muertos estaban cara contra el suelo. Sigolène se extiende por los cuerpos de Cabu, Elsa, de Wolinski y Franck, el oficial. Ella va a buscar su teléfono celular en el bolsillo de su abrigo, pasando por encima de los cadáveres. Vinson llamó entonces a los servicios de emergencia. En su estado de shock, no se acordaba de la dirección de la revista. Sólo gritaba: “Es de Charlie, vengan rápido. Están muertos… están todos muertos”, les dijo. 

Al fondo de la sala, asomaba una mano. "No, no estoy muerto". Era Riss (Lawrence Sourisseu, dibujante y  editor del semanario). Tendido de espaldas fue herido de un balazo en el hombro. Junto a él, el ecologista Fabrice Nicolino le hace señas a Sigolène Vinson que avanza a ayudarlo. Nicolino que había sido herido en el estómago y en las piernas, se estaba muriendo sentado en un charco de sangre. "Es horrible decirlo, pero como sus lesiones eran menos evidentes que las de Philippe,  me era más fácil para mí tomar cuidado de él. Me pidió algo fresco para la cara, le llevé una toalla mojada. Entonces pidió agua. Yo no sabía que no debemos dar agua en estas circunstancias, me fui a llenar una copa de champán de plástico en la cocina. Perdió mucha sangre. Entonces Fabrice empezo a sentir que se iba, me pidió que hablara con él". "Riss me dijo que se calmara. En cuanto colgué, me calmé, me encontré con mis sentidos". Coco irrumpió en la habitación y corrió donde Philippe Lançon para ayudarlo. De pronto la silueta Patrick Pelloux aparece en la puerta. "Lo vi sobre el cuerpo de Charb. Él le tomó el pulso en el cuello. Luego se dio unas palmaditas en la cabeza y dijo: "Mi hermano". La historia se interrumpe. Ella continúa: "Él dijo: "Mi hermano".

"Veo a Luz, no entiendo lo que está haciendo allí porque él no estaba en la conferencia de redacción. Estoy desconcertada. Entonces veo a Laurent Léger y tampoco entiendo  porque estaba allí. Estoy tan feliz porque los bomberos llegan, entonces veo a Riss. Me doy cuenta de que están Cecile, Luce, Coco y Luz. Aquí es donde me doy cuenta que estamos vivos”.

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